PARAíSOS FISCALES o Centros Financieros Offshore

Expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) han reconocido que el mayor desarrollo de paraísos fiscales offshore se produce a partir de los años sesenta, momento en el que se genera una masa de eurodólares fuera de los EEUU (multinacionales, bases militares,…) que, libre de las regulaciones del banco emisor (Reserva Federal estadounidense), y liberada de las reglamentaciones locales de los distintos países (porque no era su moneda nacional), es gestionada libremente por la banca internacional que se estableció en islas y enclaves para funcionar con más libertad frente a los Estados. Y este desarrollo de los mercados offshore se consolida con los petrodólares acumulados por jeques árabes en bancos europeos, y los tipos de cambio flotantes surgidos del derrumbe del sistema de Bretton Woods, al acabarse en 1971 la convertibilidad del dólar a oro.
La actividad de todos los grandes centros financieros o paraísos fiscales aumentará, favorecidos por City of London, atraídos los capitales por la desregulación ofrecida por esas zonas de baja o nula fiscalidad, que contribuyen a una mayor circulación de los capitales nómadas en busca del beneficio rápido. Estas actividades que se iniciaron en Europa, se extendieron pronto a otros lugares, fundamentalmente Luxemburgo y las islas del Canal de la Mancha, las islas de Bahrein en Oriente Medio, y Singapur en Asia.
Nace el mercado financiero integrado por una red global de paraísos fiscales extraterritoriales. Cualquiera que fuera su nivel de desarrollo, los países podían obtener préstamos directamente de Wall Street (NYSE) o de los bancos internacionales que operaban en el mercado del eurodólar en Londres.

City of London está, por tanto, en el origen de la financiación offshore y de los paraísos fiscales. El otro polo de atracción en Europa, a principios de los setenta, fue Luxemburgo que comenzó a atraer inversores de Alemania, Francia y Bélgica, por sus bajos niveles fiscales, la carencia de retención fiscal para no residentes sobre los intereses y los dividendos y las normas legales de secreto bancario asumidas por sus profesionales bancarios. Alemania se aprovecha del estatuto fiscal ventajoso de los holdings luxemburgueses. Italia invierte allí sus capitales (más o menos legales).

El FMI también señala que en los años 1960-1970, las islas de Canal de la Mancha (Jersey, Alderney, Guernesey y Sark) y la isla de Man (en el Mar de Irlanda), que dependen de la Corona británica, comienzan a ofrecer facilidades y atractivos tributarios y legales similares a Luxemburgo desarrollando un importante sector financiero extraterritorial.
Desde los años sesenta, Jersey fue adoptando medidas para convertirse en un paraíso fiscal para no residentes, cuya importancia mundial merece una mención especial. Jersey es una isla situada a unos 20 kilómetros de la costa francesa, sede de numerosos trusts o fideicomisos no registrados, la mayoría de las cuales están exentas de tributación o sujetas a regímenes especiales para no residentes, y carece de impuesto sobre sucesiones o sobre los rendimientos del capital. Al parecer, en un tratado medieval franco-británico se olvidaron de esta isla normanda, que quedó bajo dominio inglés con un estatus tan singular como «dependencia de la Corona británica», que ni se considera parte del Reino Unido ni forma parte de la Unión Europea. No está sometida a ninguna legislación financiera británica o de la Unión Europea. Los isleños no tienen derecho a residir ni a trabajar en los países de la Unión Europea. Jersey está bajo protectorado del Reino Unido que quiere ignorar lo que allí sucede, y permite a los grandes negocios que utilicen la isla como paraíso fiscal vinculado a Londres. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) incluyó en la lista de paraísos fiscales a las islas del Canal de la Mancha: Jersey, Guernesey, Sark y Alderney; y también a la isla de Man. Los calificados como paraísos fiscales no lo son nunca para sus habitantes sino para los que utilizan sus bancos o los servicios financieros establecidos para los no residentes, sean personas particulares o entidades.
La integración de España en los mercados financieros globales ha hecho que en las islas Caimán tengan sociedades registradas casi todos los grandes bancos españoles, BBVA, Banco Popular, Banco Pastor, Banco de Sabadell o la Caixa.
El Fondo Monetario Internacional nombra los paraísos fiscales bajo el eufemismo CFE, Centros Financieros Extraterritoriales, (offshore financial center, OFC). Designa así a aquellas jurisdicciones fiscales, o demarcaciones acotadas legalmente, que no requieren la residencia de los operadores financieros en el territorio y que, junto a otras características, configuran una zona privilegiada fiscalmente y opaca, que se identifica con actividades de evasión y fraude fiscal y planificación fiscal internacional y con actividades ilícitas de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.

«Los centros financieros (CFE)- Importancia de su evaluación para la supervisión a nivel mundial» (autores: Salim M. Darbar, R. Barry Johnston y Mary G. Zephirin, Departamento de Sistemas Monetarios y Financieros del FMI)

Aunque hay quienes los consideran una manifestación de la libertad de los mercados de capitales basados en los movimientos transnacionales. Los grandes beneficiados de estos mercados offshore, y cooperadores necesarios, las entidades dedicadas a «auditoría- consultoría de negocios»: Price Waterhouse Coopers, Deloitte, KPMG, Ernst & Young, Spain Offshore,…


Resumiendo, en los paraísos fiscales extraterritoriales encontraremos algunos de los rasgos siguientes:

– La carencia de impuestos sobre el beneficio empresarial, sobre las donaciones y las herencias.
– El secreto bancario, la existencia de cuentas anónimas y numeradas y la no-obligación para el banco de identificar y conocer al cliente.
– Las fuertes deficiencias en la supervisión y control bancario y sobre las transacciones financieras; como la disponibilidad de títulos de valores al portador no registrados o la no obligatoriedad para los bancos de informar las autoridades sobre las transacciones dudosas.
– La falta de información y de estadísticas completas sobre las operaciones financieras.
– El volumen desproporcionado de operaciones financieras extranjeras, de no residentes, con relación a la economía local.
– La simplicidad de la formalización y registro de sociedades mercantiles y la falta de control sobre las sociedades filiales de grupos empresariales transnacionales.
– La ausencia de penalización o tolerancia en la práctica del blanqueo del dinero y otras deficiencias formativas.
– La falta de colaboración con las autoridades fiscales y judiciales de los demás países.
Fuente imagen (palmera en la nieve) http://abelgalois.deviantart.com/gallery/#/d2210go

George Soros, maestro de los especuladores del siglo XXI

La crisis de confianza que intenta acorralar actualmente al euro y lograr la quiebra de la euro-zona, tiene una enorme similitud con los ataques especulativos que sufrían con cierta regularidad las monedas europeas hasta finales de los años ’90.

El momento más trágico fue la tormenta monetaria de septiembre de 1992. En una maniobra perfectamente sincronizada, los especuladores atacaron alternativamente a las divisas más débiles: la lira, la peseta, la libra irlandesa y, en menor medida, el franco francés, para obligar a los bancos centrales a desangrarse en una larga serie de intervenciones masivas.

El cerebro de esta operación fue el magnate judío-norteamericano George Soros, el 16 de septiembre de 1992 (Black Wednesday) convirtió 10 mil millones de libras esterlinas a deutschemarks. Superadas por las dimensiones del ataque, las autoridades monetarias británicas tuvieron que claudicar, abandonar el mecanismo fluctuante del Sistema Monetario Europeo (SME) y resignarse a conceder de facto una devaluación de 10 %.
Soros, que ganó unos 1100 millones de dólares en esa operación, se convirtió en un personaje de leyenda: «el hombre que hizo saltar el Bank of England«. Ese episodio desestabilizó el SME, y provocó la devaluación en cadena de la lira, la peseta y la libra irlandesa.

George Soros fue pionero en inversiones a la caza de oportunidades en todo el mundo, que con el tiempo generó una legión de imitadores entusiastas. Las naciones en desarrollo habían acogido con satisfacción el capital de los inversionistas extranjeros. Especuladores, como George Soros, fueron acusados de desestabilizar un país tras otro, aprovechando que carecían de los recursos financieros para defender sus monedas.

George Soros nació en Hungría en 1930, hijo de un abogado judío. Soros era un niño cuando los nazis invadieron Hungría en 1944. No obstante, Soros reconoce que 1944 fue el año más feliz de su vida: «Tuve un padre al que adoraba (…). Estábamos en peligro de muerte, pero yo estaba convencido de que estaba a salvo, aprendí el arte de la supervivencia de un gran maestro. Esto ha tenido una cierta influencia en mi carrera como inversor. «
Finalizada la contienda de la Segunda Guerra mundial, emigra en 1947 a Inglaterra, se traslada a Londres, graduandose en London School of Economics. En este país conoce al filósofo Karl Raimund Popper, se convierte en su discípulo y se identificará en adelante con las ideas de este pensador.

George Soros pasa momentos delicados de liquidez económica, y frustrado por la limitadas oportunidades económicas en Londres, se muda a Nueva York. En 1956 parte para los Estados Unidos y crea los «primeros fondos de recubrimiento», hedge funds, destinados a satisfacer las demandas de las grandes fortunas empresariales. A partir de 1969, su principal sociedad Quantum Funds, con domicilio en paraísos fiscales, Curaçao (Antillas holandesas) y las Islas Caimán, aseguraba un beneficio del 34 % de las inversiones por año.

Soros ha llegado a ser el paradigma del especulador. Pero también sufrió fuertes pérdidas en la caída de la Bolsa en 1987, en la crisis de Rusia en 1998 y en la implosión de las especulaciones de bolsa sobre Internet. Soros obtuvo beneficios de la crisis económica asiática que afectó sobre todo a Tailandia, Corea e Indonesia a partir de los años 1997.

En los años 80 George Soros comenzó a construir su imperio filantrópico, aprovecha sus miles de millones para mover ideas polémicas y especulaciones en la política. Inicialmente, centró su especulación filantrópica en Europa Central y Oriental, desplegó cientos de millones de dólares para apoyar la democracia en países que luchaban por romper con la antigua órbita soviética.
En este proceso, se ha hecho el hombre más influyente, intrigante y filántropo de nuestra era.
Georges Soros, que construyó su imperio basándose en especulaciones que quedaron grabadas en la historia de la Economía, actualmente es un «visionario» filósofo de la economía de mercado.

La teoría económica de Keynes a principios del siglo XX

John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, sostenía ya en 1913 que el liberalismo económico de corte clásico necesitaba adecuarse a las circunstancias económicas y sociales del nuevo siglo.

Esa afirmación la sistematizaría en su obra “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936. En ella analizaba las causas de la depresión mundial y proponía una serie de recetas para solventarla.

Aseguraba que el motor de la economía habría de sustentarse en la adecuada relación entre la oferta y el consumo, pues de ella dependían los beneficios empresariales y la inversión.

Según Keynes la crisis de 1929 había retraído la demanda y era necesario estimularla de alguna manera, generando una demanda adicional que tirase de la producción.

Las medidas no intervencionistas de los estados capitalistas no habían logrado tal objetivo. Abogaba por tanto por una activa intervención del Estado que restableciera el equilibrio entre oferta y demanda.

Básicamente proponía lo siguiente:

– Desarrollar una política de inversiones estatales en obras públicas (carreteras, pantanos, etc.) que sirviese de estímulo a la iniciativa privada a través de la demanda de cemento, hierro, componentes industriales, etc. La mano de obra empleada en estas actividades aminoraría el desempleo, incrementaría la masa de consumidores y estimularía la actividad económica .

– Poner en circulación abundante dinero con el fin de estimular una moderada inflación. El peligro de una alta tasa de inflación sería inexistente en tanto el paro fuese elevado.

– Incrementar los salarios. La reducción de los salarios como medida para mantener el empleo (defendida por los economistas clásicos) fue refutada por Keynes quien aseguraba que el empleo no dependía de los salarios sino del consumo y la inversión. Una disminución de los sueldos de los trabajadores provocaría un retraimiento que deprimiría el consumo y en consecuencia, la producción.

– Intervenir en todos los sectores económicos, regulando la fijación de precios, salarios, mercado laboral, concediendo subvenciones a las empresas, etc.

Keynes abogó por el abandono de la ortodoxia del «laissez-faire» (dejad hacer) que había guiado el capitalismo del siglo XIX y propuso un mayor protagonismo del Estado en la vida social y económica.Fue precisamente lo que mediante el New Deal puso en práctica en Estados Unidos el presidente F. D. Roosevelt a partir de 1933.

Tomado de Economía de Entreguerras

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. John Maynard Keynes (fragmentos libro)

Los Orígenes del dinero. Introducción a la Economía